RADIOGRAFÍA DEL HOMBRE PERFECTO

Quizá nos percatamos de la clase de mundo donde vivimos cuando vemos las noticias que hablan de guerras, violaciones, robos, mentiras, separaciones, asesinatos, malversación de fondos, abusos, traiciones, difamación, falta de derechos... Todos estos sucesos tienen un factor común: el ser humano. Partiendo de su individualismo, siendo un ser social, parece que pasa a pensar sólo en él mismo sin importarle las consecuencias de sus actos sobre los otros.
Imposibilitados ante del hecho de cambiar estas acciones tan inherentes en la naturaleza del ser humano durante siglos, quizá a alguien se le ocurrió amenazar con la acumulación de un mal Karma, el castigo del fuego eterno... Pero tampoco se ha conseguido ninguna mejora al respeto.
Como mucha otra gente, yo también pienso en mí mismo, en mi propio bienestar y seguridad y después de analizarme, sé que no soy perfecto, pero cada día intento pulirme como persona y como creyente, porque también soy consciente no estoy solo en este mundo y tengo un propósito para mi vida: aprender y tratar de crear un entorno el mejor posible, donde la gente tome conciencia de la creación, como una parte de ella, pensando también en los otros, porque ciertamente no somos conscientes de que si mejora la relación y bienestar de las personas de nuestro entorno, también mejorará nuestro propio bienestar y felicidad.
Así, dentro de un proceso de maduración y busca, he encontrado un ejemplo que considero inigualable en toda la historia, a pesar de que el listón está muy alto, pero que es una buena guía y seguro que lleguemos donde lleguemos siempre será la mejor referencia: Es la persona de Jesucristo.
Quizá para muchos, hablar de su vida es un hecho abstracto, inventado, poco definido, propio de beatos, creyentes o capellanes, fanáticos o desesperados... pero quizá habría que intentar hacer una síntesis aclaratoria de lo que él representa:
Antepone la voluntad de Dios a su propia vida. Así tiene una íntima relación con Dios y sabe perfectamente cuál es su voluntad, confiando en Él con una fe capaz de mover montañas. Pero ¿cuál es la voluntad de Dios?: que le reconozcamos, que haya estima entre nosotros, que sigamos sus instrucciones, que seamos felices...
Esta libre de todo condicionamiento humano: Que es todo lo que nos diferencia a los unos de los otros, arrastrados por unos intereses, manipulaciones, tradiciones, culturas, religiones...
Vence toda tentación humana: que es la seducción del mundo con la que predomina la busca desmesurada del placer, la comodidad, la riqueza, la fama, el poder... Así tampoco se aferra a ningún tipo de riqueza material, social o persona. Está libre de todo lo que nos puede atar.
Sabe perdonar y es capaz de ofrecer la otra mejilla cuando se le agrede: quizá esta es la mayor muestra de serenidad, mansedumbre, sencillez, pacifismo, comprensión, valor...
No tiene prejuicios ante ninguna persona, dado que nadie es perfecto y todas las personas formamos parte de la creación y tenemos la nuestra valía. No hace falta dejar de lado a nadie.
Es guía en el camino, sabio, justo e incorruptible en sus principios, renunciando incluso a lo más valioso: la vida, prueba de la seguridad y certeza de su mensaje.
Él representa la máxima autoridad sin ser autoritario, así también es humilde y el primero a servir a los otros. No se le suben los humos a la cabeza y es consciente de que todos somos obreros en este mundo.
Rentabiliza sus recursos, siendo capaz de dar de comer a muchas personas con aquello de que dispone.
Sabe discernir lo mejor de lo peor. Porque hay cosas que nos convienen y otras que no, pero no somos conscientes de las consecuencias de tomar determinadas decisiones o actuaciones.
En definitiva, ama desinteresadamente a su prójimo. Ciertamente si imitásemos parte de este modelo, el mundo sería otro.
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CONFESIÓN

Debo decir que no soy una buena persona. Como mucho, cuando en muchos lugares del mundo hay gente que no tiene para comer, incluso alguna vez he tirado los restos del plato; a veces en mi horario de trabajo pierdo el tiempo o hago cosas que no vienen al caso excusándome que necesito desconectar; tampoco sé decirle a una persona que la quiero si yo no lo siento al cien por ciento, cuando quizá aquella persona necesita oír esas palabras de mi boca; a menudo levanto la voz y pierdo los nervios explicando cosas que los otros no parecen entender, quizá porque no sé explicarme y siempre resulta más cómodo pensar que los otros son “cortitos”; cuando llevo el coche, pienso que tengo preferencia con respecto a los peatones y cuando camino, pienso que tengo preferencia delante de los coches; desperdicio buena parte del tiempo calentándome demasiado la cabeza, como si no hubiese cosas mejores o más importantes que hacer; quiero hacer mucho y acabo haciendo poco más que nada; a menudo lo quemaría todo y me frustra ver que no puedo mejorar mi entorno, pero a veces estoy demasiado concentrado en mi trabajo o mis pensamientos y me olvido que hay gente a mi alrededor; tengo prejuicios hacia los otros, pero sobre todo, juzgo sin conocer, sin saber; hablo con la boca grande y pido perdón con la boca pequeña; digo que no me gusta vivir, pero tampoco tengo valor de hacer otra cosa que cambie mi vida; soy cabezón y también nado contra corriente, perdiendo un tiempo irrecuperable y haciendo esfuerzos innecesarios; quiero las cosas para hoy, y no me doy tiempo para aprender y prepararme, y por si fuera poco, me gusta escribir y no leo todo lo que debería; como autor no me gusta la piratería, pero me grabo alguna película o programa que tampoco me preocupa compartir; alguna vez he utilizado redes wifi que yo no he pagado; también me he dejado engañar por ofertas y promociones; intento comprar productos baratos, sin pensar en el esfuerzo y abusos a el que son sometidos sus productores; he disparado palabras que hacen más daño que las balas, porque nos dejan vivos y malheridos; doy de comer al perro y lo llevo al veterinario, cuando hay personas que mueren de hambre y enfermedades; cuando algo no me interesa, me hago el loco o el despistado y miro hacia otro lugar; me ofendo cuando me dicen cosas, y no pienso en aquellas veces en que soy yo quien ofende; soy demasiado exigente conmigo mismo y también vivo de manera relajada; soy un cobarde, que no es capaz de hacer nada cuando alguien esta haciendo una cosa mal delante mío; me aprovecho de las bibliotecas y actividades o servicios gratuitos sin querer dar nada a cambio; digo que estoy demasiado ajetreado cuando no sé como huir de lo que me hace sentir incómodo; y por sí fuera poco, soy sexualmente ardiente y también miro otras mujeres.
Después de todo, para rematar la hoguera, me considero buena persona e incluso hay quien también lo cree así. Creo tener principios casi inalterables y no comulgo con ruedas de molino. Así me levanto cada día con la esperanza de pulirme, cambiar el mundo entero, pero Señor, como no encuentre luz dentro de mi oscuridad, acabaré pegándome cabezazos contra una pared.
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SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS

Hablar de Dios o del demonio parece que son cosas que hacen reír y nos parecen cosa del pasado o de un pensamiento primitivo o poco evolucionado, pero sin duda representan unos conceptos interesantes de repasar, a pesar de que como el yin y el yan de otras filosofías o creencias, igualmente forman parte de un pensamiento dualista que se basa en la diferencia: la fuerza del bien, frente a la fuerza del mal; la de la creación frente a la de la destrucción, la del equilibrio frente al desequilibrio.
Por una parte, Dios representa el bien, la fuerza creadora, la luz, la justicia, la paz, el amor, el espíritu, el perdón, el verdadero camino... Como Señor de toda la creación, pide una relación con él y el reconocimiento de su obra y poder, con una actitud nuestra de agradecimiento y disposición a hacer lo que él nos pide, dado que es lo mejor para nosotros y también para los demás. Para creer todo esto, es necesario apoyarse en una cosa tan intangible o abstracta como la fe y asociarnos en la comunidad de la iglesia para apoyarnos unos a otros, dadas nuestras limitaciones y debilidades, para llegar a ser uno a imagen de Cristo, respondiendo también al principio de unidad y universalidad.
Por otro lado el demonio representa el mal, la fuerza destructora, la oscuridad, la injusticia, la guerra, el odio, la carne, la venganza, el camino alternativo... Es la rebeldía al poder y el conocimiento de Dios y nos reta a no someternos a él y hacer y deshacer por nosotros mismos hasta llegar al conocimiento propio. Sólo necesita de nuestros sentidos y necesidades terrenales para gobernarnos, haciéndonos creer que somos libres. Crea o señala las diferencias entre los seres humanos, dividiendo los entendimientos. Alimenta una identidad propia nombrada ego, que resulta insaciable y siempre nos hace creer que somos mejor que el otro, que nuestro camino es el más acertado. De esa diferencia, sale la incomprensión, la intolerancia, el menosprecio, el rechazo, el odio, y después de las primeras manifestaciones de la violencia, finalmente aparece la guerra: entre comunidades, vecinos, socios, hermanos, iglesias, partidos políticos, equipos de fútbol, marcas comerciales, religiones, culturas, sexos, razas, naciones...
Podemos elegir en qué bando estar: el del bien, con la unidad, el amor, la igualdad, la justicia, la sinceridad, la lealtad, la paz... o el del mal, con la división, el odio, la diferencia, la injusticia, la mentira, la traición, la guerra... Sabemos perfectamente donde nos conduce cada camino. Entonces no nos quejamos ante las consecuencias de la decisión equivocada.
Pero si queremos cambiar la dirección de nuestra vida, ¿cómo podemos librarnos de toda la carga, intereses o las diferencias vividas y aprendidas durante siglos y generaciones que tanto nos desvían de la unidad?. ¿Seremos capaces de aceptar que quizá muchas cosas no son como nos las han hecho creer?. ¿Seremos capaces de dejar nuestras diferencias y trabajar para hacer un mundo mejor, donde el mérito no será nuestro, sino de Dios, nuestro guía verdadero?. ¿Seremos Cristianos tan cómodos que esperaremos una segunda venida, cuando realmente la manifestación de Cristo debe venir en cada uno de nosotros?.
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LUNA DE MIEL INOLVIDABLE

Me gusta mi ciudad, su luminosidad, su tranquilidad, su orden y limpieza y también su entorno. Parece que se valoran más las cosas cuando conocemos otras situaciones que hay en cualquier parte del mundo. Es cierto que podemos ver documentales o nos lo pueden contar, pero para mí siempre es mejor vivirlo personalmente. Debo decir que disfrutamos de un viaje apasionante y difícil de olvidar, sobre todo, por el gran contraste con respecto a nuestro país de origen. Quitando la majestuosidad de las pirámides, los templos y la gran evolución de aquella cultura en la antigüedad o la magia de su gran río que da vida en medio de un terrible desierto, sólo por este contraste en la forma de vida, ya vale la pena ir. Yo volvería, a pesar de que me quedaran pocos lugares importantes que visitar y pronto o tarde, alguna diarrea también tuvimos, encontrando a faltar nuestro limpio váter.
Quizá no resultó una luna de miel con gran componente romántico, porque el calor nos obligaba a madrugar para hacer las excursiones programadas lo más pronto posible y “a toque de pito” para visitarlo todo en sólo una semana. Así el tiempo libre quedaba invertido en descansar y esconderse del sol. Tampoco hubo oportunidades de consumar el matrimonio por cuestiones fisiológicas, ni tuvimos un lujo, condiciones higiénicas o comida exquisitos, pero conocimos gente muy interesante que nos permitió pasarlo muy bien.
Se trataba de un país principalmente árabe y con muchos encantos, a pesar de que pudiese resultar un entorno caótico al visitante, pero que sus habitantes entienden y saben desenvolverse. Lo cierto es que elegimos este destino, en su versión más económica, porque además de que era asequible a nuestro bolsillo, también resultaba culturalmente interesante, además de que un viaje como este posiblemente sea más difícil hacerlo en otra ocasión por edad o circunstancias de la vida, o sin contar con la organización por medio de una agencia. Pero una vez allí, todo es más sencillo de lo que parece y nos atrevimos a hacer actividades por nuestra cuenta sin los servicios que ofrecían los propios guías turísticos de la agencia, que ganaban considerables cantidades de dinero por medio de sus intermediaciones. Ciertamente ocupaban posiciones privilegiadas y monopolizadoras con respecto al resto de ciudadanos. Esto es otra cosa que me impactó: la gran corrupción que existe a nivel de calle, en el que todo funciona por medio de sobornos, propinas, tratos de favor, influencias... y hay mucha gente viviendo alrededor de las migas que los guías dejan caer.
Otra cosa interesando fue su religión. Nos dijeron que un 20% eran cristianos y el 80% musulmanes, que vivían en perfecta armonía, pero lo cierto es que de este último porcentaje se podía saber claramente quien era practicante y quien no: los practicantes tenían un cardenal en la frente de tanto rezar arrodillados hacia la Meca y haciendo tocar la frente en el suelo. Acción que hacían cinco veces al día. Incluso algunos llegaban a tener un bulto y parece que los gustaba lucir aquella muestra de su fe. Quizá quepa pensar que sea fanatismo, pero para mí esto, al igual que la construcción de aquellas pirámides, fue una muestra de fe y obra digna de admirar.
También ofrece mucho que pensar ver los restos de una civilización tan avanzada, majestuosa y rica, que finalmente acabó desapareciendo. Nos puede hacer ver lo efímera que resulta toda riqueza e imperio, por muchos años que pueda durar.
Y otra situación digna de resaltar es el regateo, donde aparte de mucha paciencia, nos podemos percatar que las cosas no tienen ningún valor real, sino el que nosotros le queramos dar, y que en este caso está cuantificado con dinero.
Ciertamente después de visitar un lugar como este, me parece que ahora sería casi capaz de ir por cualquier parte del mundo sólo con una mochila a la espalda.
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